¿No sabéis que vosotros sois el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? —1 Corintios 3:16

Al final, el objetivo no es solo encontrar la presencia de Dios—es convertirse en un lugar donde otros la pueden encontrar. —John Wimber


Hemos hablado sobre construir altares—lugares donde cielo y tierra se encuentran. Pero hay algo aún más poderoso que construir altares: convertirse en uno.

En el Antiguo Testamento, la gente tenía que ir a lugares específicos para encontrar la presencia de Dios. El tabernáculo, el templo, altares específicos construidos por los patriarcas. Pero algo cambió radicalmente cuando Jesús vino.

Pablo le dice a los corintios: 'No sabéis que vosotros sois el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?' (1 Corintios 3:16). No solo que tienen acceso al templo, sino que son el templo.

Esto significa que cada creyente tiene el potencial de convertirse en un lugar donde la presencia de Dios se encuentra con el mundo.

He conocido personas que parecían llevar la presencia de Dios con ellas dondequiera que fueran. No era que fueran perfectas. No era que nunca lucharan o tuvieran preguntas. Pero había algo sobre ellas—una presencia, una paz, un poder—que era claramente de Dios.

Cuando estas personas entraban a una habitación, las cosas cambiaban. Las conversaciones se volvían más profundas. La gente comenzaba a hacer preguntas sobre Dios. Los corazones duros se ablandaban.

¿Qué los hacía diferentes? Habían aprendido a convertirse en altares vivientes.

¿Qué significa convertirse en un altar?

Primero, significa vivir una vida de entrega continua. Los altares en el Antiguo Testamento eran lugares donde se hacían sacrificios. De la misma manera, convertirse en un altar significa estar constantemente entregando tu vida—tus planes, tus deseos, tu agenda—a Dios.

No es una decisión de una vez. Es una decisión que tienes que tomar todos los días, a veces varias veces al día. 'Dios, no mi voluntad, sino la tuya.'

Segundo, significa mantener corto el inventario espiritual. Los altares en el templo tenían que mantenerse limpios. De la misma manera, si vas a ser un lugar donde la gente puede encontrar a Dios, tienes que estar constantemente lidiando con el pecado en tu propia vida.

Esto no significa que tengas que ser perfecto. Significa que tienes que estar dispuesto a ser rápido para arrepentirte, rápido para pedir perdón, rápido para hacer las cosas bien.

Tercero, significa ser intencionalmente disponible para que Dios te use. Los altares no existen para sí mismos—existen para servir al propósito de Dios. De la misma manera, cuando te conviertes en un altar, estás diciéndole a Dios: 'Úsame como quieras, cuando quieras, donde quieras.'

Esto podría significar estar dispuesto a tener conversaciones incómodas. Podría significar estar dispuesto a orar por personas en lugares inesperados. Podría significar estar dispuesto a cambiar tus planes cuando Dios quiere usar tu vida para tocar la vida de alguien más.

Cuarto, significa cultivar intimidad con Dios. No puedes dar lo que no tienes. Si vas a llevar la presencia de Dios a otros, tienes que pasar tiempo en Su presencia tú mismo.

Esto significa tener una vida devocional consistente. Significa hacer tiempo para adoración, oración, y estudio de la Escritura. Significa cultivar el tipo de relación con Dios donde realmente lo escuchas y respondes a Su voz.

Quinto, significa vivir con expectativa. Los altares eran lugares donde la gente esperaba que sucedieran cosas sobrenaturales. De la misma manera, cuando vives como un altar, vives con expectativa de que Dios se va a mover a través de tu vida.