Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. —1 Corintios 15:58

Dios no está interesado en hacer pequeños ajustes a tu vida. Él está interesado en una transformación completa. —Francis Chan


Hay algo que he observado acerca de las iglesias que realmente experimentan avivamiento: no están contentas con cambios superficiales.

Muchas iglesias están constantemente haciendo pequeños ajustes. Cambian el estilo de música, redecorar el edificio, ajustan el horario de servicios, prueban nuevos programas. Pero el avivamiento requiere algo mucho más profundo.

El avivamiento requiere transformación desde la raíz hacia arriba.

Cuando leemos acerca de los grandes avivamientos en la historia—las Hébridas, Gales, Asbury—no leemos sobre iglesias que hicieron pequeños cambios incrementales. Leemos sobre iglesias que estuvieron dispuestas a ser completamente transformadas por la presencia de Dios.

Pero aquí está el desafío: la transformación profunda es incómoda. Requiere que muramos a la manera en que siempre hemos hecho las cosas. Requiere que estemos dispuestos a ser moldeados en algo completamente nuevo.

Y la mayoría de nosotros, si somos honestos, preferimos la comodidad a la transformación.

Recuerdo una conversación que tuve con un pastor cuya iglesia había estado en declive durante años. Me dijo: "Hemos probado todo. Nuevas canciones, nueva decoración, nuevos programas. Nada está funcionando."

Le pregunté: "¿Pero has probado dejar que Dios transforme fundamentalmente cómo haces iglesia?"

Hubo una larga pausa. Luego dijo: "No estoy seguro de que nuestra gente esté lista para eso."

Y ahí está el problema. Queremos los resultados de la transformación sin el proceso de transformación.

Pero aquí está lo que he aprendido: Dios no está interesado en hacer que nuestras iglesias sean un poco mejores. Él está interesado en hacerlas completamente nuevas.

¿Qué aspecto tiene la transformación profunda en una iglesia?

Primero, significa estar dispuesto a examinar todo. No solo los programas que obviamente no están funcionando, sino también las cosas que parecen estar funcionando bien. A veces las cosas que parecen exitosas en la superficie pueden estar trabajando contra lo que Dios realmente quiere hacer.

Conozco iglesias que tuvieron que cancelar sus servicios más "exitosos" porque se dieron cuenta de que se habían vuelto más sobre entretenimiento que sobre encuentro con Dios.

Segundo, significa estar dispuesto a ir más lento para ir más profundo. Nuestra cultura recompensa la velocidad y la eficiencia, pero la transformación espiritual profunda requiere tiempo.

Significa estar dispuesto a pasar menos tiempo haciendo y más tiempo siendo. Menos tiempo programando y más tiempo orando. Menos tiempo impresionando y más tiempo siendo impresionado por Dios.

Tercero, significa estar dispuesto a ser vulnerable. La transformación profunda no puede suceder mientras llevamos máscaras. Requiere que seamos honestos acerca de dónde realmente estamos, no donde queremos que la gente piense que estamos.